18 Abr 2021

IMPACTOS DE LAS INFRAESTRUCTURAS SOBRE LOS ECOSISTEMAS

La creación de infraestructuras de transporte o nuevas instalaciones genera un amplio número de impactos sobre los ecosistemas por los que transcurre. La ocupación del suelo, los movimientos y compactación de tierras y la generación de préstamos y vertederos ocasionan un impacto directo en la pérdida de la cubierta vegetal y de suelo original con todas sus propiedades biológicas. El tránsito de vehículos y sus emisiones sonoras y gaseosas generan otros efectos indirectos más difíciles de cuantificar. A estos se suman impactos estéticos y paisajísticos, además de aquellos que afectan a la provisión de bienes y servicios ecosistémicos. Los impactos ecológicos de la construcción, explotación y eventual deconstrucción son, por tanto, difíciles de valorar y muchos están apenas comenzando a conocerse. 

Cuando desaparece la cubierta vegetal por causa de los desbroces o del movimiento de tierras, la capa de suelo fértil se queda sin el efecto protector que le proporcionaban las raíces y el dosel vegetal. En los eventos de lluvia que tengan lugar a continuación, el agua de escorrentía arrastrará la capa superior más fértil y que contiene propágulos y semillas, formándose surcos y regueros de difícil colonización por las plantas. El sustrato que queda después de que se produzcan fenómenos erosivos importantes es muy pobre y muchas veces demasiado duro para que las semillas puedan enraizar. Este efecto se produce especialmente en zonas de elevada pendiente, como en los desmontes y terraplenes. La pérdida de suelo y vegetación, a su vez, ejerce una influencia directa e indirecta sobre otros organismos, dando lugar a ecosistemas simplificados y poco resilientes, es decir, con baja capacidad de recuperación después de ser perturbados. Este círculo vicioso requiere intervención o, de lo contrario, se pone en peligro la propia estabilidad de las infraestructuras.

La construcción de toda infraestructura viaria, desde una perspectiva espacial, supone la fragmentación de los hábitats, es decir, la transformación del territorio al resultar subdividido en fragmentos menores y aislados, con la consiguiente reducción de conectividad. El tamaño de estos fragmentos de territorio condiciona en gran medida la dinámica de las poblaciones naturales y los patrones de distribución de numerosos organismos, entre los que destacan los vertebrados, grupo biológico sobre el que se han centrado diversos estudios, produciéndose incluso una reducción de la riqueza específica en las teselas de menor superficie, favoreciendo la aparición de especies introducidas y aquellas autóctonas más comunes en detrimento de las más especializadas y escasas. Así mismo, producto de esta reducción de la conectividad, las poblaciones de vertebrados pueden quedar subdivididas en poblaciones de menor tamaño y, por ello, sometidas a un mayor riesgo de extinción, puesto que resultan más sensibles a los fenómenos estocásticos e imprevisibles, como incendios, sequías o perturbaciones de origen antrópico. La fragmentación de hábitats es un proceso que integra múltiples efectos, entre los que destacan la pérdida y reducción de calidad del hábitat, el aumento de la mortalidad por atropello y la modificación de la conectividad del paisaje. Proceso que constituye una de las principales amenazas para especies con amplias áreas de campeo, siendo el lince ibérico (Lynx pardinus) un claro ejemplo de ello y en suma para la biodiversidad en general, comprometiendo el equilibro entre el desarrollo socioeconómico y la conservación de la fauna. 

Además de los impactos generales ya comentados, podemos destacar las siguientes consideraciones: 

  • La modificación del relieve original por los movimientos de tierra modifica las redes de drenaje, y expone grandes superficies susceptibles de erosión y, por lo tanto, capaces de emitir enormes cantidades de sedimentos, lo que produce severas modificaciones en las redes hidrográficas del entorno. 

  • La pérdida o alteración del hábitat no se limita a la zona directamente afectada por la infraestructura, sino que puede afectar a zonas aleja- das más de 200 metros desde el borde de la misma. 

  • Las infraestructuras lineales pueden actuar como barrera para la dispersión de algunas especies, limitando su extensión, pero también facilitan la dispersión de especies exóticas con carácter invasor.

  • Las infraestructuras lineales son efectivas para la propagación de enfermedades, pudiendo ocasionar impactos importantes en las poblaciones vegetales y animales. 

  • La dispersión de otras especies no deseables a través de la infraestructura viaria puede tener, a su vez, efectos secundarios en las comunidades nativas. 

  • Los elementos asociados a la infraestructura, tales como puentes y túneles, generan corredores frente a barreras geográficas (ríos, mares, cordilleras montañosas, etc.), lo que puede dar lugar a la aparición de especies nuevas para la zona con efectos complejos sobre la red de interacciones biológicas. 

  • La pérdida de la vegetación de ribera cuando la infraestructura atraviesa ríos o zonas lacustres (Figura 8) provoca alteraciones en la dinámica geomorfológica del cauce, afectando a su estabilidad y su potencia hidráulica. La pérdida de la vegetación de ribera puede afectar a las características físicoquímicas del agua y a la calidad general del cauce. 

  • Las sales empleadas para eliminar el hielo en las carreteras y otros productos químicos que se añaden en la fase de explotación o uso de la infraestructura modifican las propiedades físico- químicas del suelo, tales como la conductividad y el pH. Las plantas se ven muy afectadas por la toxicidad producida por el aumento en las concentraciones de iones del suelo y la dificultad para captar agua de él. Estas modificaciones pue- den favorecer la aparición de nuevas comunidades de plantas y animales, formadas por especies tolerantes a la sal (comunidades halófilas). 

  • El viento que se crea por el paso de los coches o por la apertura de corredores tiene un impacto adicional sobre las comunidades vegetales y animales adyacentes. 

  • Las emisiones de los vehículos, las partículas procedentes del deterioro de los neumáticos, las pérdidas de aceite, el ruido y otro tipo de molestias pueden extenderse desde el borde de la carretera a una distancia variable, produciendo impactos diversos sobre las comunidades naturales. 

  • El polvo generado por el tráfico, depositado sobre las hojas, puede afectar a los procesos de fotosíntesis y transpiración de las plantas. 

  • Las actividades asociadas a las carreteras, como estaciones de servicio, áreas de peaje, control y mantenimiento, etc., generan, además, diversos impactos adicionales. 

Todos estos impactos, y muchos más de los que aún no somos conscientes, requieren una actuación previa y posterior para evitarlos, atenuarlos o corregirlos. En la mayoría de los casos, el primer objetivo es hacer frente a las nuevas superficies generadas. Los taludes son, junto con zonas interiores de enlaces, préstamos, vertederos y demás zonas no asfaltadas de la plataforma, el foco principal de las actuaciones de restauración. Y el primer paso se da actuando sobre la vegetación. O sobre la falta de ella. 

«Restauración ecológica de áreas afectadas por infraestructuras de transporte» (Fundación Biodiversidad, Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino).

antonioaguilera

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